lunes, 19 de abril de 2010
Sin palabras II
¡Brutos! No me extraña nada lo que le hicieron a Jesús – repetía la anciana mientras la empleada pública se limaba las uñas detrás del vidrio. En ese momento alguien pasó y tomó nota del insulto. Aún hoy, cuando ya ha pasado la risa, ese alguien continúa deslumbrándose mientras la lee y la transcribe. Ciertas ingenuidades deberían hacernos temblar ante la posibilidad de la palabra. Porque cierta gente nunca se saca de quicio. A menos que tenga razón, claro.
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